Cuando uno se enfrenta a la posibilidad de una cita con una chica que conociste a través de una app, la motivación dependerá de varias variables, como por ejemplo, cuánto tiempo llevas «conociéndola», conversando, viendo sus fotos reales (ya que tienes sus perfiles de Instagram, Facebook, etc.). Otra variable importante es si la proactividad vino de ella o de ti. También si ya has roto el hielo en las conversaciones «clave», conoces que le gusta en la cama y no tiene problema en conversar de eso. Damos por hecho lo atractivo de ella y lo básico cubierto.
En este caso fue algo bien simple. Hora de almuerzo, un «restobar» en Isidora Goyenechea. Con eso tuvimos mucho tiempo de conversar y entrar en confianza. Sentí esa tensión sexual que tanto nos gusta (¿o me van a decir que no?), además que, para mi sorpresa, ella me sincera de que es primera vez que «no la invitan directo al departamento». ¿Cómo?¿Qué?¿Por qué? Mil preguntas volaron por mi cabeza.
Esa es la cuestión. Me jugó MUY a favor que no tenía expectativas. Sin ansiedad ni apuros todo se dio de manera muy natural, con un contexto que para ella era nuevo, acostumbrada a invitaciones «directo al grano». Fue clave que en ese momento no puse todos los huevos en una canasta. Me había juntado con un par de chicas la semana anterior y las cosas fluyeron mejor de lo que esperaba, por la misma razón: no había ansiedad ni expectativas.
Después de mucho conversar y que a las 5 de la tarde al bar cerraba hasta las 7 por renovación de turnos, ella misma propuso que fuéramos a otro lado, o «a tu casa». Habíamos comido y tomado durante horas, ya estábamos deshinibidos y concretando esa confianza que se había dado remotamente. Ya era evidente las ganas que ambos teníamos por concretar, pero queríamos seguir «webeando».
Pedimos un Uber y nos fuimos a mi departamento. Tenía unos tragos, ya nos cambiamos a la piscola y whisky. Seguimos conversando, música y mucha tensión sexual. De pronto preparando tragos empezamos a «agarrar», mucho rato. Eso nos generó a ambos esas ganas que ya no puedes más. Ella seguía repitiendo que era primera vez que no la invitaban directo a un depto («¿Cómo chucha?»). Nos dimos una pausa para seguir la dinámica de conversa y risas. Fue necesario pero ambos sabíamos que era sólo cuestión de tiempo. Eran las 7 de la tarde, no había apuro.
Nos fuimos «agarrando» a la pieza, sacándonos la ropa en el camino, hablando cosas que no me acuerdo. Todo era perfecto, sin presión y ambos motivados a más no poder. Comenzamos con lo básico («No voy a detallar, eso es para la sección EXPERIENCIAS») y fuimos evolucionando, probando, dilatando el tiempo para disfrutar más hasta ya no poder más. Sólo debo mencionar que me encantó su cuerpo, su piel y la manera femenina con que se movía. Era categoría «Slim», pero con cuerpo bien trabajado (hacía yoga y crossfit). Este contraste de tipo de cuerpo y forma era demasiado atractivo. Que fácil es mantenerse motivado así, «jajajajaj». El sexo fluyó perfecto.
Ese día nos quedamos hasta como las 4 am. Era un día miércoles o martes, pero ambos trabajábamos independiente, por lo que no teníamos problema en seguir. Seguimos juntándonos a carretear y tirar, lo pasábamos muy bien hasta que, por supuesto, empiezan los atados. La ansiedad siempre es la enemiga de la continuidad. Yo estaba cómodo, hasta que empezaron los «temas»: celos fantasmales, necesidad de definición de «nombre de relación», manipulación sexual («agua cortada») para tratar de mostrar su punto, lo que al final fue desencadenando una relación tóxica.
Recuerdo que una vez invitó a una amiga que era guapísima, cuerpo de modelo «colombiana», hasta fuimos a almorzar un día. Hasta el día de hoy me pregunto por qué la invitó, y por qué no la invité a salir de nuevo («ajajjaja»).
Ya luego de varias juntas, manteniéndose estas situaciones, con una que otra «cacha», ya comenzamos a decirnos cosas «pesadas» y era cosa de tiempo para que todo se fuera al carajo.
No recuerdo el día exacto, pero me bloqueó y borró de todo, luego de un «papiro romano» por whatsapp. Seguramente como muchos de ustedes han experimentado.
Meses después, un par de veces, aparecen los clásicos mensajes por whatsapp, desbloqueado temporalmente: «Hola, cómo estás? tanto tiempo.» Cruzamos unas palabras pero sólo quería contarme que estaba pololeando y feliz. En fin, el EGO siempre genera la peor versión de las personas. ¿Cómo una mina tan la raja se transformó en esa tóxica? La respuesta es muy simple o muy weona.
En fin, próximo capítulo veremos otro tipo de historia y sus efemérides.